Sorpresa, sorpresa, sorpresa!!!!

No acostumbraba recibir regalos sin ser una fecha especial,
Creo que es algo que quizás deba sumar a todo lo que he aprendido de ti...

Sucedió una vez que la gente de la tribu notó que sus vacas producían menos leche que antes. Y no se explicaban el motivo...
Un joven muy solitario se ofreció a velar toda la noche y ver que podía estar pasando. Después de varias horas de espera en la oscuridad, oculto tras un arbusto, vio algo extraordinario. Una joven bajaba montada en un rayo de luna, trayendo un gran cubo. Ordeñó las vacas, llenó el cubo con la leche y volvió al cielo montada en un rayo de luna. ¡El hombre no podía creer lo que había visto! Y se retiro pensativo hasta la cima de un monte donde paso la noche observando la luna buscando una explicación, había hallado en ella una posibilidad de algo que no terminaba de conocer.
A la noche siguiente puso una trampa en el prado de las vacas, y cuando vino la joven a ordeñar las vacas, accionó la trampa y la atrapó."¿Quién eres?" -le preguntó-.
Ella le explicó que era una mujer celestial, miembro de una tribu que vivía en el cielo y no tenían con que alimentarse. De modo que le habían encargado que bajara a la tierra de noche y recogiera comida. Le rogó que la liberara de la red, y ella haría lo que él le pidiera... El hombre pensó un poco y luego le respondió que la liberaría sólo si ella accedía ser su amiga.
"Seremos amigos", dijo la doncella, "Pero debes dejarme ir a mi casa por tres días a prepararme". "Después volveré y me quedaré junto a ti, no habrá nada que no podamos superar, te lo prometo".
Él estuvo de acuerdo. Tres días después, ella regresó, portando una caja grande.
"Seré tu amiga y te haré muy feliz", le dijo al joven, "pero debes prometerme que nunca mirarás lo que hay dentro de esta caja".
Durante varias semanas, fueron muy felices juntos. Hasta que un día, mientras su amiga estaba ausente, el hombre fue dominado por la curiosidad y abrió la caja. No había nada en ella. Cuando la mujer regresó, vio que su amigo la miraba con una mirada extraña y le dijo:
"¿Miraste dentro de la caja, no es cierto? Pues entonces no puedo seguir viviendo contigo".
"¿Porqué?" preguntó el hombre, "¿qué hay de terrible en que mire el interior de una caja vacía?".
"No te abandono porque hayas abierto la caja. (De todos modos, supuse que lo harías)... Te abandono porque dijiste que estaba vacía. No lo está; está llena de cielo. Contiene la luz y el aire y los olores de mi casa en el cielo. Cuando volví allá por última vez, llené la caja con todo lo que había de más precioso, para recordar siempre de dónde provengo. ¿Cómo puedo ser tu amiga si lo que para mí es más precioso, para ti no es nada?".